jueves, febrero 15, 2007

FUERZAS ARMADAS O MANSOS ARMADOS

Lo que se ha hecho con las fuerzas armadas del Perú en los últimos 30 anos es, por decirlo de la manera menos ofensiva, una total y absoluta barbaridad.

Una barbaridad de la que todos somos culpables, en mayor o menor medida, ya sea por ignorancia, mansedumbre, ingenuidad, estupidez, temor, conveniencia o simplemente por desinterés.

Una barbaridad que lamentablemente ha sido ignorada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú al orientar convenientemente su investigación sobre los excesos cometidos durante la lucha contra el terrorismo de forma de avalar y sustentar su propia actuación y constituirse así en una especie de tribunal moral independiente.

Un esfuerzo orientado a descubrir lo singular y lo especifico para esconder la responsabilidad que todos los peruanos, incluidos los miembros de la Comisión de Verdad, tenemos por lo acontecido en el Perú al haber desnaturalizado la misión y objeto de nuestras fuerzas armadas.

Por supuesto, cuando se pierde la brújula como se ha perdido en el Perú, siempre hay quienes están listos y dispuestos a sacar provecho de la situación.

Gobernantes interesados en utilizar a las fuerzas armadas para consolidar y garantizar su poder, militares corruptos que traicionan a su institución y al país en el afán de enriquecerse, empresarios que desean una fuerza armada que proteja sus privilegios, obsesos con toda clase de ideologías extremistas que desean sustituirse y/o asimilar a las fuerzas armadas para imponer su pensamiento, caudillos que propugnan democratizar a las fuerzas armadas fusionándolas con el pueblo con el propósito escondido de ejercer control sobre el mismo y, por supuesto, ignorantes, ingenuos y pusilánimes que desean unas fuerzas armadas dóciles que no vulneren la fantasía de una sociedad culta y respetuosa de los derechos de todos.

Continuación...

El Perú, hoy mas que nunca, necesita acabar con las marchas y contra marchas conceptuales que han destruido la moral de nuestras fuerzas armadas, lesionado injustamente la imagen de las mismas ante el pueblo Peruano, prostituido el código de honor que es la esencia de su orgullo y convertido a las mismas en poco mas que un mal necesario a los ojos de la ciudadanía.

Para ello hay que empezar por definir clara y meridianamente el objeto, la misión y los alcances de su gestión pero sobretodo destacar la crítica importancia de su aporte para la integridad y bienestar del país.

Empezaremos por indicar que los miembros de las fuerzas armadas son los guerreros de un país. No son mano de obra barata, promotores y/o defensores de la democracia, guardianes de la nacionalidad, protectores de los derechos ciudadanos, ejemplo de civilidad, fuerzas comprometidas con el desarrollo, guardianes de la seguridad interna, ni ninguna de esas pseudo-definiciones al amparo de las cuales se ha venido desnaturalizando su misión con el objeto de convertirlas en unas fuerzas armadas cuya principal característica sea la mansedumbre.

Las fuerzas armadas del Perú y para el caso, las de todos los países, están constituidas simple y exclusivamente por los guerreros de dichos países. Guerreros que han jurado dar su vida para defender nuestra libertad, bienestar e integridad territorial. Son hombres y mujeres muy peligrosos que han sido entrenados para ello y que, como en el vals de Chabuca Granda, tienen por convicción “Vivir venciendo o morir matando”. Hombres y mujeres con reglas de confrontación claras y rígidas donde no hay cabida para dudas o murmuraciones y donde la única alternativa aceptable es vencer.

Dada su condición de guerreros de la patria, nuestros soldados no tienen porque distinguir entre buenos, malos, ricos, pobres, blancos, cholos, honestos, delincuentes, narcos, terrucos etc. No corresponde a ellos distinguir entre peruanos. Ellos han jurado dar la vida por todos los peruanos sin distinción. Por los buenos, los malos y los regulares. Por los que son santos y por los pecadores. Por todos los Peruanos.

De tal forma, cuando encargamos a nuestros soldados la seguridad interna del país, luchar contra el narcotráfico y/o luchar contra el terrorismo estamos enviándolos a cumplir tareas que están en abierta contradicción con el juramento y compromiso que han adquirido con el pueblo peruano.

Estamos desnaturalizando la esencia misma de su existencia y profanando el heroico compromiso que con absoluto desprendimiento han asumido con todos los peruanos. Estamos, en esencia, introduciendo una condición valorativa en el ejercicio de ese compromiso.

Estamos diciéndoles a nuestros soldados que el Perú se divide en peruanos buenos y peruanos malos y que los peruanos malos son aquellos que determine quien en ese momento detente el poder. Que su misión no es proteger a todos los peruanos sino solamente a los peruanos buenos y más aun, que es su responsabilidad destruir a los peruanos malos.

Una concepción contradictoria y absurda que atenta directamente contra el objeto y naturaleza de las fuerzas armadas así como la esencia misma de su formación y entrenamiento.

Aunque el Perú es signatario de la Convención de Viena y por tanto esta obligado a que sus fuerzas armadas respeten los lineamientos de dicho convenio internacional la primera misión de nuestros soldados es “vencer”. Esto es lo que les hemos inculcado y esto es lo que esperamos de ellos.

La guerra es por definición un acto de barbarie y no hay premio al segundo lugar o al “Fair play”. No hay honor en la derrota y esta es una lección que nos ha costado muchas vidas y sangre aprender. Nuestros soldados son conscientes de ello y por tanto entienden que su misión principal es ganar y, en la medida de lo posible, hacerlo sin vulnerar los dispuesto por la Convención de Viena.

De tal forma, por su misión, entrenamiento, equipamiento, convicción y compromiso con el pueblo Peruano el ámbito de acción de las fuerzas armadas siempre debió ser y, debería ser en el futuro, única y exclusivamente el frente externo.

Corresponde a las fuerzas armadas la protección del país contra toda amenaza externa y por tanto, salvo en casos muy extremos que comentaremos mas adelante, los soldados Peruanos no debieron ni deberán jamás empuñar sus armas contra otros peruanos.

Este es un principio fundamental y la base en la que debe sustentarse el justo orgullo y el honor de nuestros soldados así como el permanente respeto, admiración y agradecimiento que como ciudadanos debemos tener hacia ellos.

Este principio fundamental es igualmente el que debió ser invocado para proteger y evitar que nuestras fuerzas armadas sean expuestas a los previsibles riesgos y consecuencias derivadas del uso de una fuerza letal para combatir elementos subversivos internos que por definición son anónimos.

Este principio fundamental es el que debió proteger y evitar exponer a nuestras fuerzas armadas a la desintegración institucional y corrupción que fomenta y utiliza como arma el narcotráfico.

Principio fundamental por lo demás, que solo debe ser violado en situaciones realmente extremas tales como:
1) Guerra civil interna que constituya una amenaza inminente a la integridad misma del país siempre que la misma sea declarada por el Presidente de la República y refrendada por el Congreso de la República en un plazo determinado. Esto no incluye los tradicionales estados de emergencia de los que la Presidencia de la República ha hecho uso y abuso cada vez que hay un conflicto social en el país, ni tampoco los casos de insurrección armada focalizada.
2) Situación de emergencia nacional producto de desastres naturales u otros fenómenos que pongan en riesgo la estabilidad misma del país o que trasciendan la capacidad de control de las fuerzas policiales y/o fuerzas especiales encargadas de la seguridad interna.

Haber utilizado a nuestras fuerzas armadas para combatir el terrorismo y el narcotráfico fue una barbaridad de la que todos somos culpables. Que es lo que esperábamos. Si se usa un canon para matar a una mosca es absolutamente previsible que los danos colaterales serán gigantescos. Esa es la responsabilidad que todos los peruanos, a nivel sociedad, debemos asumir para que pueda existir reconciliación en el Perú.

Es cierto que en la guerra contra el terrorismo se cometieron abusos y se perpetuaron actos atroces por ambas partes. Es igualmente claro que dichos actos no deben quedar impunes. Sin embargo, es también cierto que todos los peruanos, como sociedad, somos culpables de haber encargado a nuestros soldados la destrucción del terrorismo sin definir reglas de confrontación claras y sin entrenar a los mismos en los métodos y procedimientos a utilizarse en la aplicación de dichas reglas.

En su momento, lo que la sociedad quiso fue enfrentar al terrorismo con una fuerza letal equivalente para infligir en estos el mismo daño que ellos estaban infligiendo a la sociedad.

Resulta pues cómodo e hipócrita que una vez derrotado el terrorismo se pretenda convertir a las fuerzas armadas, cuyo entrenamiento y misión es precisamente incapacitar y destruir al enemigo, en chivos expiatorios de lo que fue una desdichada decisión política amparada y avalada en el clamor popular.

La reconciliación que promueve la Comisión de la Verdad no puede pues basarse en la cobarde iniciativa de señalar y culpar a las fuerzas armadas por lo que claramente fue nuestra responsabilidad.

Nosotros, todos lo peruanos, como sociedad, somos los principales responsables de lo que sucedió en el Perú y solamente asumiendo esa responsabilidad y mas importante aun, tomando acciones claras y concretas para impedir que se vuelva a repetir esa barbaridad en el futuro, vamos a poder alcanzar una reconciliación autentica y permanente.

En lo que se refiere al narcotráfico, no hay que ser un genio para darse cuenta que era absolutamente previsible que esa lacra eventualmente terminaría por corromper a esta institución como lo ha hecho con todas las demás instituciones que han sido expuestas al mismo.

Hoy día nos sorprendemos de la falta de operatividad de nuestras fuerzas armadas para garantizar la seguridad en el frente externo cuando durante décadas hemos tenido a nuestros militares entrampados en conflictos internos que no son y nunca debieron ser de su competencia.

Por supuesto que hay ingenuos, por decirlo de una forma delicada, que en la comodidad de los tiempos de paz tienden a cuestionar el gasto militar y la conveniencia de contar con fuerzas armadas encargadas solamente de la defensa del frente externo aduciendo que esto es innecesario e inclusive un gasto inútil porque ya no hay guerras.

Decimos ingenuos porque si hay algo que la historia del mundo ha probado con absoluta certidumbre es que, en la vida real, los países así como las sociedades e individuos solo cuentan con aquellos derechos que pueden defender.

La ingenuidad de estos argumentos es conmovedora a luz de los múltiples conflictos armados de carácter unilateral que, al amparo de principios de autodefensa preventiva y argumentando amenazas acomodaticias, se vienen multiplicando en el mundo.

A estas obvias consideraciones debemos sumar otros argumentos sólidos y realistas que aconsejan la adopción urgente de una clara política de defensa externa. Argumentos como la inhabilidad de los organismos internacionales para conjurar conflictos como no sea después que una de las partes ha conquistado una significativa ventaja estratégica; la cercanía al punto “pico” en la curva de producción de los recursos energéticos mundiales y las consecuencias que ello podría determinar para la economía mundial; los violentos cambios climatológicos en el mundo que pueden desestabilizar la producción de alimentos; el riesgo de epidemias mundiales y por supuesto las cada vez mas devastadoras desgracias naturales debido al crecimiento de las poblaciones urbanas.

En todos estos casos la subsistencia de sociedades enteras estará en juego y en esas condiciones el principio de sobre vivencia del mas fuerte avasallara al de la convivencia pacifica.

Por si esto fuera poco, a lo anterior debemos sumar otros potenciales riesgos de carácter interno, regional y/o sub-regional que podrían vulnerar la estabilidad del país y que de acuerdo a la experiencia siguen siendo la principal fuente de inseguridad en la región.

Las fuerzas armadas son percibidas como innecesarias hasta el día que resultan indispensables. Cuando llega ese momento ya es muy tarde para hacer nada al respecto y solo queda lamentarse. Los peruanos más que nadie deberíamos haber aprendido esa lección hace mucho tiempo.

Resulta pues claro que el Perú debe estructurar sus fuerzas armadas para que las mismas sean una fuerza disuasiva adecuada, moderna y muy profesional dedicada exclusivamente a la defensa del frente externo.

Resulta igualmente claro que es necesario implementar un sistema de seguridad interna. Este sistema sin embargo deberá estar de acuerdo con el imperativo de descentralizar el país y por tanto deberá contemplar fuerzas del orden a nivel municipal y regional así como fuerzas especiales entrenadas especialmente para combatir amenazas específicas como son el terrorismo y el narcotráfico.

Paralelamente se deberá implementarse una estructura de investigaciones y servicios de inteligencia interna y externa que operen en armonía y que colaboren entre ellos.

Algunas de estas fuerzas deberán contar con personal a tiempo completo y personal ocasional de carácter militarizado. En la composición de estas fuerzas pueden jugar un rol preponderante, sujeto a entrenamiento previo, los elementos de la reserva activa y territorial de las fuerzas armadas. De esta forma se brindaría a los reservistas la oportunidad de seguir sirviendo al país y de percibir ingresos por ello.

SI YO FUERA PRESIDENTE, convocaría a una comisión de alto nivel integrada por expertos (militares, policiales y civiles) para que en un término perentorio definan una nueva doctrina, estrategia e infraestructura de seguridad externa e interna bajo los siguientes lineamientos:

Fuerzas Armadas: La defensa de la soberanía e integridad territorial, el bienestar de los peruanos y los intereses estratégicos del Perú así como la seguridad de los ciudadanos peruanos en el exterior deberá ser encargada a las fuerzas armadas, Ejercito, Marina y Aviación constituyendo este su único y exclusivo ámbito de operación. Para tal efecto se deberá:
1) Definir claramente el objetivo, misión y alcances de una nueva doctrina y estrategia de defensa externa basada en el principio de disuasión para proteger la paz, apoyo a la política exterior del Perú y su compromiso con la seguridad, estabilidad e integración regional.
2) Deberá definirse claramente los casos excepcionales y los procedimientos políticos a seguirse para la intervención interna de las fuerzas armadas. Deberá igualmente definirse claramente los alcances y limites del apoyo logístico y de entrenamiento que brindaran las fuerzas armadas a las fuerzas encargadas de la seguridad interna del país.
3) Deberá adecuarse a las fuerzas armadas tanto cualitativamente como cuantitativamente al objetivo, misión y estrategia de la nueva doctrina.
4) Deberá incorporarse tecnologías, equipamiento, sistemas y procedimientos de última generación para el entrenamiento y mantenimiento de una adecuada y eficiente fuerza militar con capacidad de movilización rápida según lo exijan las circunstancias.
5) Deberán desarrollarse capacidades de combate, proyección, integración, protección, movilidad, precisión, sostenimiento y polivalencia de las que carecen en buena medida nuestras fuerzas armadas en estos momentos.
6) Deberá integrarse todos los elementos de combate y apoyo formando una red de comunicación e información que les permita actuar como un todo. Esto exigirá igualmente el desarrollo de capacidades de planificación y mando conjunto que articulen todas las capacidades disponibles.
7) Deberá adoptarse una formula de financiamiento que garantice los fondos necesarios a corto, mediano y largo plazo para que las fuerzas armadas puedan alcanzar los objetivos propuestos.
8) Deberá externalizarse gradualmente el sostenimiento del equipo y sistemas de las tres armas. Hoy las fuerzas armadas emplean un gran esfuerzo de personal e infraestructura en los centros de mantenimiento de las tres armas. El objetivo deberá ser transferir esa responsabilidad al sector privado, de forma de fomentar una industria de defensa básica que se encargue de proporcionar apoyo integral a los sistemas de defensa durante todo el período de vida operativa. Las fuerzas armadas se limitarían así a realizar aquellas tareas de mantenimiento básico que realizan las propias unidades de combate.

La transformación de nuestras fuerzas armadas debe ser simultánea al desarrollo y potenciación de una base industrial básica de defensa. Una industria de defensa dinámica y capaz no es sólo un requisito esencial para garantizar una mínima autonomía estratégica, sino que puede ser además un sector que contribuya al crecimiento económico, la generación de empleo, la mejora de las exportaciones y, de forma aún más determinante, al desarrollo y la innovación tecnológica en el Perú.
 

La modernización conceptual y física de nuestras fuerzas armadas es una tarea de mediano plazo que va a requerir de consenso entre todas las fuerzas políticas nacionales para que el proceso no se desvié ni se trunque. Va a requerir igualmente de una constante campana de comunicación que destaque la importancia y necesidad de contar con unas fuerzas armadas modernas y eficientes que garanticen la estabilidad necesaria para lograr desarrollarnos económicamente.

El Perú posee una ubicación estratégica privilegiada en Sudamérica y aunque esto representa una ventaja geopolítica a nivel desarrollo económico también plantea exigencias complejas y complicadas a nivel seguridad. Exigencias que van crecer en lugar de disminuir en forma directamente proporcional al éxito que se alcance en los procesos de integración e inter-conexión bi-nacionales y regionales. Para que exista integración y desarrollo económico es fundamental que exista estabilidad y esta condición solo puede ser garantizada con una estructura y estrategia de seguridad efectiva y eficiente.

Liberar a nuestras fuerzas armadas de las tareas de la defensa interna y potenciar a las mismas para garantizar la seguridad externa es un imperativo si deseamos contar con una base sólida sobre la cual construir un desarrollo económico y social sostenido.

Fuerzas Territoriales de Seguridad Interna: La defensa interna del país deberá encargarse a una fuerza territorial de seguridad interna descentralizada distribuyendo así esta responsabilidad entre las regiones de acuerdo a los siguientes lineamientos:
1) La misión de las fuerzas territoriales de seguridad interna será la de garantizar la seguridad y el orden así como proveer asistencia y/o socorro en el caso de desastres naturales. En el caso de inestabilidad civil y/o disturbios que sobrepasen la capacidad de control de las fuerzas policiales, el presidente regional, a solicitud de los alcaldes provinciales y/o distritales, podrá disponer la movilización de las fuerzas territoriales de seguridad interna hacia los lugares de conflicto.
2) Las fuerzas territoriales de seguridad interna estarán compuestas por la reserva activa de las fuerzas armadas y reclutas registrados en cada región. Estarán al mando de un Oficial Superior en actividad de las fuerzas armadas quien será responsable del entrenamiento y disponibilidad de las fuerzas territoriales en cada región así como del equipamiento a su cargo. Este Oficial Superior reportara funcionalmente al Oficial Superior de su arma en la Dirección Nacional de Fuerzas Territoriales y jerárquicamente al presidente de la región.
3) El presidente de cada región será el comandante supremo de las fuerzas territoriales de seguridad interna basadas en su región y, previa declaración de un estado de emergencia y/o a solicitud de los alcaldes provinciales, podrá movilizar a las mismas dentro de su región según las circunstancias y de acuerdo a lo estipulado por las leyes.
4) Los presidentes regionales no tendrán la potestad de movilizar las fuerzas bajo su mando a otras regiones.
5) La planificación estratégica y el entrenamiento de las fuerzas territoriales de seguridad nacional así como el asesoramiento a las regiones en la administración presupuestal y financiamiento de los gastos operativos y de equipamiento de las mismas se realizara a través de una Dirección Nacional de Fuerzas Territoriales dependiente del Ministerio de Defensa. Esta unidad de mando estará a cargo de un Oficial General e integrada por Oficiales Superiores de cada una de las armas, responsables del programa de entrenamiento de las fuerzas territoriales de seguridad interna de cada arma y un Oficial Superior encargado de la coordinación con los presidentes regionales y la autoridad militar a cargo de las fuerzas en cada región.
6) A requerimiento del Presidente de la República, las fuerzas territoriales de seguridad interna podrán ser llamadas para servir bajo el mando de la Dirección Nacional de Fuerzas Territoriales y movilizarse a nivel interno para apoyar las fuerzas de otra región y/o incorporarse a las fuerzas armadas regulares en el caso de conflicto armado externo.
7) El entrenamiento de las fuerzas territoriales de seguridad interna será militarizado y estará a cargo de las fuerzas armadas. Cada miembro de las fuerzas territoriales estará obligado a seguir una serie de cursos de preparación teóricos, ambulatorios, así como servir como mínimo un fin de semana por mes y atender ejercicios de entrenamiento de dos semanas cada ano. Esto, adicionalmente a la obligación de servir a tiempo completo en el caso de movilizaciones regionales para atender emergencias y/o disturbios que sean dispuestas por el presidente de la región. Los empleadores estarán obligados a dar licencia con goce de haber a los miembros de las fuerzas territoriales de seguridad interna.
8) Los reclutas regionales que no hubieran servido en unidades de las fuerzas armadas regulares deberán adicionalmente realizar un entrenamiento inicial básico en una de las tres armas.
9) Las fuerzas territoriales de seguridad estarán basadas en cada una de las regiones y constituidas por brigadas mixtas (fuerzas de combate, apoyo y servicio). En conjunto (nivel nacional) las fuerzas territoriales de seguridad estarán dimensionadas para corresponder a un número de brigadas, divisiones y fuerzas especiales pre-establecido que puedan integrarse, de requerirlo el Presidente de la República, rápidamente y en forma transparente a unidades regulares de las fuerzas armadas.

Esta estructura permitirá alcanzar una serie de objetivos. Garantizar una respuesta eficaz y rápida en casos de emergencia regional; brindar a las regiones la tranquilidad y estabilidad de un sistema de seguridad interno; contar con una estructura y sistema que aproveche el entrenamiento profesional de los reservistas de nuestras fuerzas armadas y que mantenga a estos actualizados y preparados permanentemente; ofrecer a los reservistas y a los reclutas regionales la posibilidad de servir al país y obtener ingresos complementarios así como beneficios especiales al hacerlo; mantener una fuerza territorial preparada que pueda asimilarse de inmediato y en forma transparente a las fuerzas armadas para potenciar su capacidad de respuesta en el eventual caso de un conflicto externo; garantizar una milicia preparada a nivel nacional capaz de constituirse en la ultima línea de defensa del territorio nacional; constituirse en una fuerza que a través del gasto contribuirá al bienestar económico de las regiones.

Fuerzas Policiales: Es preciso reivindicar el papel de las fuerzas policiales como una fuerza dedicada a servir y proteger a los ciudadanos. Es igualmente necesario reivindicar la profesión de policía dando a esta la jerarquía que se merece y convirtiéndola en una profesión liberal.

Se supone que los policías son los amigos de los vecinos. Los que garantizan su tranquilidad y cuidan su seguridad. Sin embargo, la estructura macro-cefalica de la policía actual, la ampliación de los alcances de su misión y ámbito de acción han atomizado a tal punto sus recursos económicos que la misma ha virtualmente desaparecido de los vecindarios y ya no es percibida como una fuerza de seguridad vecinal sino como otra fuerza militarizada. Ello sin mencionar los salarios inadecuados, la corrupción y el paupérrimo estado de su equipamiento.

Hay que rescatar a la policía y regresar la misma al ámbito y función que le corresponde; esto es, a los vecindarios y al ámbito municipal. Para ello deberá definirse la misión y ámbito de acción de la misma de acuerdo a los siguientes lineamientos.
1) Deberá profesionalizarse la carrera policial encargando a las regiones y/o municipios provinciales la implementación de academias de policía especializadas en todo el Perú unificando el currículo, entrenamiento y títulos profesionales que otorguen estas.
2) Deberá organizarse a las fuerzas policiales como unidades independientes a nivel municipal y bajo la autoridad de un jefe de policía dependiente del alcalde en cada distrito.
3) Deberá elaborarse la normatividad legal que sustente la autoridad policial así como la jurisdicción, relación, interacción, y colaboración entre las unidades policiales de cada distrito y provincia.
4) Deberá crearse una oficina a nivel nacional que convalide los títulos obtenidos en las diferentes escuelas policiales a fin de permitir que estos puedan desempeñarse en cualquier región. Dicha oficina deberá igualmente homologar los grados y servir como base de datos central para consultar el historial profesional de cada policía y para publicar las vacantes en cada municipio así como para que los graduados puedan aplicar a dichas vacantes.
5) La carrera policial deberá contemplar la investigación forense, investigación criminal, seguridad ciudadana y fuerzas especiales.
6) A nivel organización las especialidades de investigación criminal y seguridad ciudadana serian asumidas por cada uno de los distritos consolidando las de investigación forense y fuerzas especiales a nivel municipio provincial.
7) Deberá igualmente instituirse la posición de comisario electo y alguaciles dependientes del alcalde para el caso de pequeños pueblos rurales.

Fuerza Especial Anti-Terrorista: La lucha contra el terrorismo deberá encargarse a una fuerza especialmente preparada y entrenada para tal fin. Dicha fuerza deberá estar constituida por fuerzas de combate con entrenamiento militarizado, una unidad de inteligencia, una unidad de investigación y una unidad de comando así como unidades de apoyo (comunicaciones, material y equipamiento, transporte, etc.).

La fuerza especial anti-terrorista recibiría entrenamiento especializado y contaría con reglas de confrontación específicas diseñadas de acuerdo a las características propias de la lucha anti-subversiva.

Las fuerzas especiales anti-terroristas estarían bajo el mando de un civil y serian dependientes del Ministerio de Defensa.

Las unidades de combate de esta fuerza se constituirían a partir de las unidades especiales de la fuerza policial actual y el entrenamiento de las mismas, mas no el comando, seria encargado a las fuerzas militares.

Las fuerzas especiales anti-terroristas contarían con equipamiento (armamento, transporte y táctico) propio pudiendo eventualmente solicitar apoyo logístico tanto a las fuerzas territoriales de seguridad interna como a las fuerzas armadas.

Las unidades de combate de las fuerzas especiales anti-terroristas serian organizadas y equipadas para poder ser desplazadas en forma muy rápida.

Fuerza Anti-Narcóticos: La lucha contra el narcotráfico ha dejado de ser una lucha interna y se ha convertido en una lucha en el ámbito internacional. El narcotráfico es por naturaleza internacional y por tanto resulta inadecuado enfrentar al mismo únicamente a nivel interno.

La fuerza que enfrente esta lacra deberá adecuarse a las características de la misma a partir de los siguientes lineamientos.

1) El Perú deberá coordinar y concertar con los gobiernos de Colombia y México para crear una fuerza de lucha contra el narcotráfico de carácter multinacional con poderes y jurisdicción para poder actuar en los tres países. Eventualmente podrá invitarse a Ecuador y a Bolivia para que integren dicha fuerza.
2) Deberá crearse un tribunal multinacional supra-nacional para la administración de justicia en los casos de narcotrafico con potestad para suscribir acuerdos de extradición con terceros países.
3) Deberá adecuarse la normatividad legal interna de los tres países para facilitar el traslado expeditivo de los acusados de narcotráfico a la jurisdicción de la corte supra-nacional.
4) Deberá definirse claramente el ámbito de acción y alcances de la fuerza anti-narcóticos limitando la misión de esta a la lucha contra la transformación (laboratorios), transporte (droga y materia prima para la transformación) y comercialización de estupefacientes así como el lavado de dinero proveniente del narcotráfico más no así a la erradicación de cultivos.
5) La fuerza multinacional anti-narcóticos contara con una unidad de comando así como con unidades de inteligencia, investigación e interdicción con equipamiento propio.

Por supuesto que siempre habrá quienes antes de siquiera meditar creativamente sobre como implementar esta nueva estrategia de seguridad externa e interna preguntaran quien va a pagar por esto.

La respuesta a esta pregunta es obvia; esto lo va a pagar el pueblo peruano como ha pagado siempre. Esta vez sin embargo, pagara por unas fuerzas de seguridad interna y externa efectivas, de tamaño y equipamiento adecuado estructuradas para cumplir con misiones claras.


No pagara, como antaño, por fuerzas macro cefálicas centralizadas y organizadas para proteger privilegios y/o intereses políticos individuales. No pagara, como antaño, por fuerzas de seguridad percibidas como una amenaza en lugar de una seguridad para la ciudadanía. No pagara, como antaño, por fuerzas concebidas para ejercer poder sobre la ciudadanía en lugar de estar al servicio de la misma.

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